Estaba hace un
rato en una reposera en el patio de una (quizás hermosa) noche de verano en
Santa Fe. Fui a esa reposera para salir un rato de mi infierno mental. Sentía
llorar, y no me salían las lágrimas. Sentía gritar, y no me daba la voz. Quería
buscar un culpable y no encontraba a ninguno. Me daba cuenta que fuera adonde
fuera, estaba siempre conmigo. Siempre…
Quizás sea un
poco pasado de moda decir que mi propio enemigo es mi “ego” o “mi mente” y esas
cosas, y suene a que me leí algunos libritos de budismo o lecturas new age que
uno incurre cuando le explota un poco el coco, no? Pero creo que en verdad me “cayeron
las fichas” (como decimos en Argentina: “me di cuenta”) de que mi “cabezota” es
mi propio enemigo. Y más aun, dentro de esa cabezota, una voz que me dice: “te
falta, te falta… hiciste mucho pero… te faltó esto… no diste lo mejor de vos
hoy… te levantaste tarde… no llamaste a tal persona… no comenzaste a leer tal
cosa… etc, etc”.
Fue gracioso
ver que en algún momento me molestaba lo que pudieran pensar los otros de mi, y
no es que hoy no me moleste, sino que habrá pasado de ser una bofetada, a ser
simplemente un mosquito (en comparación a lo que puede dolerme). No obstante,
mi mayor juzgador no está afuera, sino adentro mío!!! Y cada tanto se enciende
como un pájaro carpintero maldito que me hace la vida imposible!
Quizás suene poco humilde contar, pero no me importa, que nunca recibí tantos halagos juntos como estos últimos 6 meses de mi vida, cuando decidí compartirme más al mundo, dar más de mi. Nunca recibí comentarios de gente totalmente desconocida viendo cosas tan bellas en mi o en las cosas que comparto (que no son más que simples palabras, reflexiones en un videíto, en un escrito corto, etc). Y debería estar disfrutándolo, y sin embargo, pareciera que no me importa un bledo… O quizás, me gustan solo durante “un segundo” que es en el instante que lo leo. Y luego se enciende mi cabezota cada tanto con su látigo. Tampoco vivo en ese infierno, pero cuando se enciende mi ego, es realmente un torturador.
Quizás suene poco humilde contar, pero no me importa, que nunca recibí tantos halagos juntos como estos últimos 6 meses de mi vida, cuando decidí compartirme más al mundo, dar más de mi. Nunca recibí comentarios de gente totalmente desconocida viendo cosas tan bellas en mi o en las cosas que comparto (que no son más que simples palabras, reflexiones en un videíto, en un escrito corto, etc). Y debería estar disfrutándolo, y sin embargo, pareciera que no me importa un bledo… O quizás, me gustan solo durante “un segundo” que es en el instante que lo leo. Y luego se enciende mi cabezota cada tanto con su látigo. Tampoco vivo en ese infierno, pero cuando se enciende mi ego, es realmente un torturador.
Que suerte que
no soy jefe de otros, porque si exigiera a otros como me exijo a mi mismo,
realmente sería digno de ser odiado. Por momento me vi como un dictador en
potencia y quizás al ver los desastres que mi mente dictadora haría a otros, sólo dejo
que me dirija a mi mismo, y en esos momentos vivo realmente un infierno, dentro de mi
paraíso…
En este momento, en este instante que estoy escribiendo, a la 1:04 de la mañana en mi cuarto en Santa Fe, debería estar viendo el paraíso que es mi vida (como lo es el de cualquier que se da cuenta de ello) y en vez de ello estoy llorando de impotencia, me siento un idiota. Y hasta me cuestiono el qué hago compartiendo reflexiones de vida a otros cuando me encuentro en estos estados… Lo único que me consuela es que el Dalai Lama dijo que él todos los días observa su ego. Me da intriga saber si el ego del Dalai Lama es tan hijo de puta como el mío, ojalá que no. Y sino, esa sonrisa de paz que tiene es realmente de mucha sabiduría, sabiduría que aun no tengo, pero la ansío.
En este momento, en este instante que estoy escribiendo, a la 1:04 de la mañana en mi cuarto en Santa Fe, debería estar viendo el paraíso que es mi vida (como lo es el de cualquier que se da cuenta de ello) y en vez de ello estoy llorando de impotencia, me siento un idiota. Y hasta me cuestiono el qué hago compartiendo reflexiones de vida a otros cuando me encuentro en estos estados… Lo único que me consuela es que el Dalai Lama dijo que él todos los días observa su ego. Me da intriga saber si el ego del Dalai Lama es tan hijo de puta como el mío, ojalá que no. Y sino, esa sonrisa de paz que tiene es realmente de mucha sabiduría, sabiduría que aun no tengo, pero la ansío.
No le deseo a
nadie tener una mente tan dictadora como la mía. Y ojalá estos estados de
mierda que vivo me sirvan para aunque sea compartir lo jodido que es el
perfeccionismo y la autoexigencia en uno mismo, por sobre cualquier exigencia
externa a nosotros.
En este momento
me doy cuenta que he avanzado en mi vida. Me di cuenta que llegué a odiar y
tener mucha rabia a algunas personas, como a un muchacho que me golpeó
injustamente a mis 17 años y lo tuve en mi mente como hasta mis 23. Hoy ya no
existe una persona así en mis pensamientos. Ya no tengo excusas para enojarme
con otros en este momento, y al estar en este estado tan de mierda, en este
infierno personal me di cuenta que mi propio enemigo está dentro mío. Antes lo hubiera
dicho de manera intelectual, como repitiendo un mantra. Creo que lo leí en el
manual del guerrero de la luz de Paulo Coelho: “un guerrero de la luz sabe que
no lucha con nadie afuera, sino consigo mismo”.
Quizás me está faltando el saber que ya no tengo que luchar, ni siquiera conmigo mismo. Y dejar de llorar como un boludo… Además me siento un egoísta porque hay tanta gente sufriendo y yo llorando por mi mismo, por no ser perfecto para dar más.
Sé que no existe la perfección, pero mi corazón aun no lo terminó de entender parece. Sino no estaría así. No hay nadie que pueda consolarme, ni mi hermano que se sentó al lado mío a escuchar mis basuras emocionales, mis charlas egocéntricas. Sólo me queda por lo menos contar que no soy perfecto, y que puedo sufrir de manera más egoísta que los más egoístas. Sé que el estado de este momento, por suerte, no es el estado en el que vivo todos los días. Pero sé que tengo un monstruo (o un niño, no lo sé) viviendo dentro mío, esperando agazapado el momento más inoportuno para asaltarme y sacarme de mi preciado paraíso, de ese aquí y ahora.
Quizás me está faltando el saber que ya no tengo que luchar, ni siquiera conmigo mismo. Y dejar de llorar como un boludo… Además me siento un egoísta porque hay tanta gente sufriendo y yo llorando por mi mismo, por no ser perfecto para dar más.
Sé que no existe la perfección, pero mi corazón aun no lo terminó de entender parece. Sino no estaría así. No hay nadie que pueda consolarme, ni mi hermano que se sentó al lado mío a escuchar mis basuras emocionales, mis charlas egocéntricas. Sólo me queda por lo menos contar que no soy perfecto, y que puedo sufrir de manera más egoísta que los más egoístas. Sé que el estado de este momento, por suerte, no es el estado en el que vivo todos los días. Pero sé que tengo un monstruo (o un niño, no lo sé) viviendo dentro mío, esperando agazapado el momento más inoportuno para asaltarme y sacarme de mi preciado paraíso, de ese aquí y ahora.
No sé si
avancé mucho, porque sigo llorando como un pelotudo, por lo menos sé que no me
importa lo que piense quien me lea. Sé que soy imperfecto aunque me duela, de
que tengo un ego grande como una casa y en estos momentos soy el más
egocéntrico y pelotudo que pueda existir. Sólo me importo por mi ombligo.
Y qué hago con esto? Las respuestas de librito me cansan: “observá”… Lo intento. Y como sigue mi demonio conmigo, simplemente prefiero delatarlo delante de todos, porque esconderlo es peor.
Y qué hago con esto? Las respuestas de librito me cansan: “observá”… Lo intento. Y como sigue mi demonio conmigo, simplemente prefiero delatarlo delante de todos, porque esconderlo es peor.
Que paradójico
que la misma mente que a veces me regala inspiraciones e ideas geniales, o me
permite contemplar la belleza en todas partes, en otros momentos es una
dictadora, una déspota insoportable. Por
lo menos, ya que vivo un momento de mierda, lo escribo para recordar cuando
esté en el paraíso de vuelta, de que siempre puedo volver al infierno, queda a tan sólo un pensamiento de distancia…
De eso se trata la dualidad humana.... pero sólo quien transita la dualidad es capaz de llegar a comprender la unidad
ResponderEliminarUn abrazo enorme, buscador!!!! =) <3
A veces no es fácil romper algunos patrones de pensamiento, pero siempre tenemos la posibilidad de ahogarlos con pensamientos esperanzadores, creativos y amorosos aunque no nos los creamos mucho en el momento que estamos 'de bajón'... pero funciona. Se disipan y comienzan a generarse los patrones nuevos que aseguran estabilidad emocional con su consiguiente bienestar. AlmaAbrazo :) <3
ResponderEliminarÁnimo Martín !!!!! Vas por el camino correcto !!!!! Abrazo de Luz !!!
ResponderEliminarGracias amigos por los comentarios! Y como dicen... "luego de la tormenta, viene la calma". Les comparto mi inspiración siguiente =) Un abrazo y gracias! http://otrobuscador.blogspot.com.ar/2014/01/despues-de-una-catarsis-liberadora_16.html
ResponderEliminarNo sos el único martin que combate con sus demonios pero de eso se trata la vida para derrotarlos y acercarnos a nuestra verdad. Esa dualidad es energía en potencia y siempre a disposición del que se atreva. No te olvides que sos una inspiración para muchos de nosotros y esa es la forma de salirse del, del "yo". Abrazo.
ResponderEliminarGracias Antonio!! Creo que siempre está la mente, el ego, nuestros miedos, etc, acechándonos, pero así como vienen se van. Por suerte todo pasa y acá estoy, gracias por tu aliento, viene bien! un abrazo! Martín
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